Banskyyyyyyyy no me convence.
Me encanta como Banksy encaja perfectamente en el personaje del tipo misterioso que rechaza la sociedad y sus métodos pero que a la vez la sociedad adora y acoge con los brazos abiertos. Es completamente absorbido en su intento de cambiar y enriquecer la perspectiva de la gente. Acaba siendo el tema perfecto para los que forman parte de él, y así le estudian y le hablan con el fervor del que contempla un espectáculo en el cine o en el teatro. Es un personaje extraño, raro, misterioso y por tanto, valioso.
Representa la infelicidad y la injusticia que siente parte de la sociedad, y los que están perfectamente contentos con ella le compran. Puede hacer lo que quiera, que el sistema está listo para acogerlo con los brazos abiertos. Pocas obras se le pueden considerar realmente subversivas en esta línea de creación que lleva. Él está perfectamente agusto dentro de las barreras en las que vive.
El hecho de que destruya la mitad del cuadro es acogido perfectamente por la subasta y el mercado del arte porque representa perfectamente una queja hacia las subastas y el mercado del arte. Acaba siendo la forma perfecta de impresionar a la gente lo justo para que no huyan de tu trabajo por ser demasiado diferente pero esta en la línea de las cosas diferentes que la sociedad puede aceptar sin tener que cambiar nada.
Quizás se entienda mejor la opinión que estoy tratando de exponer dándole la vuelta al asunto. En vez de hablar de lo que sí ha hecho para tratar de exponer su posición en contra de las subastas y el mercado del arte, pensemos en lo que no ha hecho. Digamos que nosotros queremos establecer nuestra posición en contra del mercado del arte y sobretodo del mercado de nuestro arte en subastas, y queremos hacerlo de forma firme y sincera porque lo creemos de verdad. Lo primero que se te ocurre es no permitir que subasten tus obras, simple y llanamente, sin crear ningún espectáculo. Esa sería la forma más pura y humilde. Si somos algo más artistas y queremos que la gente lo note, se me ocurre que podríamos por ejemplo quemar o destruir nuestras propias obras, inhabilitar un centro de subastas, decir públicamente que estamos en contra, realizar alguna obra de arte que represente la perversidad del mercado del arte desde nuestro punto de vista, y cosas de ese tipo. Ahora bien, en ningún caso, bajo ninguna circunstancia, se me ocurre el espectáculo de montar en el marco de uno de mis cuadros una trituradora y activarla en una subasta. Lo entendería si la trituradora hubiera destruido la obra hasta piezas completamente indetectables e inservibles. Pero no ha sido ese el caso. El hecho es que la obra se ha destruido en tiras bien anchas para poder ver la parte del cuadro rayada y tampoco se ha destruido por completo, sino a la mitad. Es la medida perfecta de rebelión que atrae al sistema. Eso es lo que se le da bien a Banksy, crear espectáculo e impresión.
Banksy no revoluciona ni destruye el sistema, lo expande. Ahora el grafiti está considerado más que nunca como arte capaz de encajar en el mercado y recibir dinero si es inteligente y mesuradamente subversivo. Ahora la gente con dinero en estas subastas puede hacerse con grafitis y esculturas que representan el enfado y envidia de parte de la sociedad, irónicamente, con esa misma gente que los compra.
Creo que fue a Herbert Marcuse al que primero leí hablar de esto que estamos tratando aquí. Él mismo pasó por un proceso parecido al de Banksy. Provenía de la escuela neomarxista y se estableció en Nueva York para observar los nuevos quehaceres del capitalismo y escribió extensamente en contra de éste. Incluso escribió sobre como cualquier forma de arte era absorbido por la sociedad capitalista y por tanto neutralizado así su poder de cambiar realmente el sistema. A él le pasó exactamente eso. Sus escritos y su persona fueron aclamados por la capitalista pero libre sociedad de los 60 en Estados Unidos. Él se cabreaba porque no había sido su plan acabar siendo el líder intelectual de una generación de hippies que no hacían ninguna revolución porque sus actos encajaban de una forma u otra dentro del sistema capitalista. Marcuse quería crear algo diferente y acabó siendo parte del todo. A Banksy le pasa lo mismo, ha sido absorbido por el todo que rechazaba. Hay que ser demasiado diferente y loco para separarse de lo que mamamos.