el teorema del polígrafo.

Daniel Alonso Viña
4 min readAug 31, 2018

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Este es el relato resultante de un pensamiento extraño e innecesario, que me ha servido sin embargo para muchos quebraderos de cabeza. Espero que a vosotros también os sirva para algo.

Todo esto comienza cuando de repente me imagino en una sala de interrogatorios. En la sala estamos yo, un detective y un polígrafo. No tienen pruebas concluyentes suficientes para encancerarme del delito que he cometido, pero saben que he sido yo y van a utilizar el polígrafo para sacarme la verdad de una vez por todas. Así que ahí estoy yo, habiendo cometido el crimen casi perfecto, pero a punto de entrar en la cárcel por un maldito polígrafo. No hay forma de engañar a uno de esos. Al mentir, tu cuerpo reacciona biológicamente de una forma concreta que el polígrafo es capaz de detectar, asique es imposible salir de ahí victorioso. Ya puedes ser el mejor mentiroso de la tierra que la máquina lo va a detectar.

Aun así, sigo pensando. Tiene que haber una forma de escapar al polígrafo. ¿Pero cómo?, no puedo decir la verdad porque me encarcelan, pero tampoco puedo mentir porque soy incapaz de controlar los procesos biológicos que se producen. Tengo que mentir diciendo la verdad. Tengo que tergiversar la realidad de forma que pueda responder lo contrario a la realidad sin mentir. El proceso mental más relevante es el que se produce desde que el detective me hace la pregunta de si he cometido el delito hasta que yo respondo que NO. Tengo que cambiar el curso de los pensamientos que se generan automáticamente cuando te preguntan. Lo normal inmediatamente después de la pregunta es pensar que SI, que claro que he cometido el delito, pero quiero que decir que NO, que yo no he cometido el delito. Entonces te pillan porque te pones nervioso, tu mente se activa y se pone en modo mentiroso (forma burda de decirlo, no sé qué procesos se activan cuando mentimos, no lo he investigado).

Entonces, y sin dar ya más rodeos, se me ocurrió que, en vez de pensar las cosas de esa manera concreta, en vez de seguir esa línea de pensamiento, quizás había alguna forma de ganar al polígrafo:

1 El detective te pregunta si has cometido el delito.

2 Tú piensas que sí, que a priori tú has cometido el delito por el que se te acusa. Pero entonces te das cuenta de que el otro día estuviste pensando durante mucho tiempo si el universo era infinito, y fuiste incapaz de determinar lo contrario mediante elementos empíricos de la realidad de las cosas y no de la mente. Tu razonamiento te llevaba continuamente a pensar que siempre tenía que haber una causa mayor que provocara la consecuencia siguiente. Que no podía surgir algo de la nada por la propia condición de nada. Que no podía haber algo que encerrara a todo lo que existe porque ese algo tendría que estar contenido en algo mayor, ya que nunca puede haber absolutamente nada. No pudiste, fuera como fuese, delimitar otra cosa que no te llevara al infinito. Acabaste esa tarde teniendo que aceptar que el infinito de causas tiene que ser verdadera al menos para la forma que tenemos los humanos de entender e interpretar la realidad.

Pero entonces si existe el infinito existen por tanto todas las cosas que la mente pueda imaginar. El único límite si existe el infinito es tu imaginación. Si el único límite es tu imaginación, ha de existir en algún universo algún sistema solar una tierra que sea una réplica de la que habitas ahora, pero en la que tú decides finalmente no cometer ese delito. Si crees realmente en el infinito entonces ha de haber otro tú en otra parte del infinito que no haya cometido ese delito. Y en su pregunta el detective no ha especificado en que espacio o tiempo un tú ha cometido ese delito. Asique sí, tú has cometido ese delito del que te habla en este universo en el momento que él dice, pero tu otro yo en otro universo distinto no lo ha cometido porque te lo puedes imaginar, y no especificó que “tu” tenías que escoger. Por lo tanto, puedes escoger tú a que “tu” se está refiriendo, y decides que en verdad está hablando del otro tipo, el del otro universo, y ese otro “tu” no ha cometido el delito.

3 Dices que NO.

4 El polígrafo no lo detecta porque tú te has montado una movida tan tremenda y demente que has acabado razonando que tú no has matado a ese tío, aunque sea en otro universo, y los mecanismos biológicos de cuando mentimos no se activan.

En realidad el teorema del polígrafo se compone de dos partes. Pero elaborar la segunda es mucho más complicado que esta, ya que está es la historia que se me ocurrió como divertimento. La segunda parte es puro pensamiento filosófico sobre el ser y redactar algo leíble sobre eso se me hace más complicado. Aún así espero que os guste esto. Intentaré hacer la segunda parte.

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Daniel Alonso Viña
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Written by Daniel Alonso Viña

Escritor de poca monta sobre temas que me vienen demasiado grandes.

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