lluvia de pensamientos 5
Los edificios me miran y yo hablo con ellos y les cuento mis problemas, mis penas y alegrías del día a día que no puedo llevar dentro yo sólo por penurias incansables que me dejan devastado y fatigado en el hambre de la hoguera de otro pájaro alado y magullado que cae en mis manos y llamo Paco y ayudó y cuido hasta que se ha curado. Entonces le dejó libre en el campo de flores amarillas y girasoles y él decide entonces que el cielo es su lugar y vuelve a casa con su familia a la que no ha visto en mucho tiempo y les saluda y les dice ‘hola que tal estáis’ y su familia le contesta ‘que tal estas tu que hace tiempo que no te vemos ya te dábamos por muerto’ y entonces se abrazan y lloran sin para durante un rato. La familia de pájaros ha tenido otro hijo y entonces el mayor que acaba de llegar tiene un nuevo hermanito y le conoce y se saludan de forma extraña porque de repente el pequeño tiene un hermano mayor que no sabía que existía porque su familia no le había dicho nada. Todo es raro, pero los hermanos se llevan bien finalmente y dan un par de vuelos juntos por el monte donde viven sin, como les han ordenado sus padres, alejarse mucho de la casa. ‘No os alejéis mucho del nido chicos que es peligroso’ les había dicho su madre. Y así hicieron, hasta que el hermano mayor vio no muy lejos de allí un árbol que parecía tener un montón de frutas y lombrices que poder comer, entonces este le dijo a su hermano pequeño ‘qué te parece si vamos a ese árbol de allí, tiene muy buena pinta, y así podremos dar una sorpresa a mamá con algo de comer’. El hermano pequeño confundido y asustado dijo ‘pero mamá no nos deja ir hasta tan lejos, ha dicho que nos quedemos en este monte’. El hermano pequeño en realidad no tenía ni voz ni voto, asique fueron hasta allí en contra de las indicaciones de su madre, que conocía mucho mejor que el hermano mayor que se había pasado fuera de casa un año curándose y el pequeño que ni siquiera sabía volar con agilidad. Cuando se acercaban hacía allí y hubieron ladeado la parte de la montaña en la que vivían, un gran halcón que sobrevolada por allí a mucha más altura y que los vio por allí no pudo evitar pensar ‘madre mía en qué lío se han metido’. Así, los dos pajaritos cruzaron la montaña pero algo sucedió cuando se acercaban hacía el gran árbol. Empezaron a ver miradas furtivas ocultas en la frondosidad del árbol y él hermano mayor empezó a sospechar que algo no iba bien allí, entonces le dijo a su hermano ‘creo que algo no está bien aquí, vamos a irnos lentamente y cuando estemos completamente fuera de este árbol salimos a toda velocidad, ¿entendido?’. Su hermano, que estaba ahora tan contento porque habían llegado sin problemas al árbol y estaba comiendo lombrices a montones casi se atraganta con una cuando su hermano le dijo esto. Se asustó mucho y no pudo disimular su miedo cuando le dijo a su hermano en un intento de parecer valiente ‘entendido, vámonos’. Todas las miradas de los monstruos del árbol estaban sobre ellos cuando fueron lentamente andando hacía la parte exterior del árbol como disimulando que lo hicieran por ninguna razón en concreto. Entonces, cuando ya estaban casi al final de la rama y está empezaba a flaquear, y ante las miradas hambrientas de los monstruos del árbol, el hermano mayor grito ‘¡ahora!’ y los dos salieron volando lo más rápido que pudieron de allí, justo cuando una avalancha de ratas grandes y feroces se abalanzaba sobre ellos. Se salvaron por los pelos, y cuando volvieron a casa no tardó ni un segundo en reconocer que algo grave había pasado y en preguntarles ‘qué ha pasado ahí fuera, donde habéis estado’. El hermano mayor miró al hermano pequeño para que no dijera nada y el primero empezó a inventarse una historia de que todo estaba bien. Mientras contaba la historia, su hermano pequeño se echó inconteniblemente a llorar y empezó a balbucear la historia. Cuando la madre se enteró de que habían salido de la zona permitida y que habían entrado en el árbol que ella conocía tan bien, se enfadó tanto que hecho a su hermano de casa y esté se fue para siempre. Podrían haber muerto, ese árbol es el árbol maldito, relleno de un sabía que alimenta a las ratas más feroces del bosque y los que van ahí no suelen salir vivos. El hermano mayor pequeño se fue él sólo a explorar el mundo por su cuenta metiéndose en todos tipo de peligros peligrosos y mientras su hermano pequeño se quedó allí con su familia original. Todo volvió a la normalidad en unos días, pero el hermano pequeño no podía olvidarse de lo que había pasado y jamás salió de ese nido de nuevo. Sólo una vez cuando ya eran viejos, sus padres habían fallecido en otras montañas de otros continentes, pero él no fue con ellos nunca, y entonces es cuando vino su hermano a visitarlo. Allí estuvo en su nido contando miles de historias por dos días seguidos, le contó tantas historias a su hermano pequeño de sus viajes, de los cielos del anochecer cruzando el océano atlántico, de los pájaros extraños y extravagantes de África, de la frondosidad del amazonas; que cuando hubo terminado, su hermano se moría de ganas de salir y volar y descubrir con su hermano todo eso que él había descrito. Pero hacía mucho tiempo que no volaba y le dijo a su hermano ‘hermano, el problema es que hace años que no salgo de este nido, llevó sin volar desde que te fuiste después del árbol maldito, y ahora no se si podré volver a volar. Su hermano entonces se acercó y le dijo, ‘yo te ayudaré a volar, pero si no lo intentas al menos, nunca saldrás de aquí’. Entonces el hermano pequeño cogió toda la potencia y confianza de la que fue y se lanzó a volar por los aires. Exploraron el mundo entero, conocieron incluso a los pingüinos del norte de la tierra, aquellos pájaros raros primos hermanos de su familia que sabían nadar mejor que volar y que les enseñaron a nadar. Entonces podían estar en el mar meses por que aprendieron a bajar al mar a por comida y así vivieron eternamente hasta su muerte, felices y juntos como hermanos emigrando y conociendo diferentes tipos de pájaros y haciéndose amigos de pelícanos y avestruces, de gaviotas y colibríes, hasta que un día en una inmersión a por comida en medio del mar, se retaron a ver quién era el que más bajo era capaz de ir. Al estar tan concentrados en esto, no vieron al tiburón hambriento que los perseguía en su carrera hacía el fondo del mar. Cuando se quisieron dar cuenta, la boca del tiburón los abrazo como una trampa de lobo a un conejo. Rodolfo el tiburón no tenía ni idea, por si sirve de algo, de que se estaba comiendo a los dos pájaros de esta historia. Seguramente no lo hubiera hecho si lo hubiese sabido, Rodolfo es un buen tiburón, solo come lo que necesita para sobrevivir. No os enfadéis con él.